domingo, 19 de agosto de 2007

¿Quo vadis Leugim?

Es curioso que ahora resulta que los que más abogan por que UPN, que no Navarra, tenga una voz en el Parlamento de España son aquellos que están empeñados en sumergirla en esa “patria vasca” que el iluminado de Sabino, después de muchos desprecios hacia ella, decidió que Navarra debía ser integrada. De todas formas es muy sencillo, uno de los que se pasó al grupo Coalición Canaria, p.e. del Burgo, que se pase al grupo mixto y tendrá siempre el mismo tiempo que la mocetica esa de NaBai, la Uxue Barkos. A planteamientos sencillos soluciones sencillas.
Además se dice, en los mentideros de Príncipe de Viana, que es mejor malo conocido, “gobierno”, que bueno por conocer, “resultado de nuevas elecciones”, y por tanto más vale pájaro en mano, “gobierno”, que ciento volando, “resultado de nuevas elecciones”. ¿Y si no ganamos y peligra mi asiento en el parlamento, gobierno, comisión, dirección general, etc., etc.?
Por otra parte el otro día alguien contaba el siguiente sucedido. Érase una vez un aspirante a rey, de aspecto arabesco, llamado Sarup que ayudado por su mago Solrac negocia el asalto al castillo de “Carlos III” y cuando ya todo estaba preparado para el ataque el mago Solrac propuso realizar un paseo, a fin de reposar todo lo sucedido con tranquilidad, sin atosigamientos, pero con la maestría que le caracteriza, el mago, sin que se apercibiese su amo y señor Sarup le fue llevando hacia las tierras movedizas de Idaksue y como estaba previsto su dueño y señor metió la pata hasta el hondón y desapareció. Claro que el mago Solrac también quedó sucio e incluso estaba a punto de sucumbir, y su prestigio no quedó muy bien parado, pero el ser mago de algo le valdría, digo yo.
El otro oponente al reinado de “Carlos III”, el señor Leugim, tenía muchísimas posibilidades de alcanzar el puesto, sobre todo si convocaba al reyno para que sus súbditos expresasen su voluntad nuevamente, entre otras cosas porque parte de los súbditos del mago Solrac no estaban tan convencidos de ser seguidores suyos, unos porque para ellos el reyno es intocable y otros por que desean ardientemente pertenecer a las tierras movedizas de Idaksue, y porque el señor Leugim aglutinaba todas las voluntades del reyno tanto las propias como las cedidas por acuerdo.
En el intermedio el señor Leugim, acompañado de su servidor Oicangi Emiaj, viaja al palacio de Aolcnomal, en el más allá de sus fronteras y ya no se sabe que pasó pero el señor Leugim cambió, quizás ¿el poder le importaba más que su reyno?, duda muy poco adecuada, dada la trayectoria del señor, hasta ahora o como se dice políticamente incorrecta.
Y a partir de aquí el síndrome de Diógenes empezó a manifestarse en nuestro querido señor Leugim. Acercándose donde estaba el mago Solrac le tendió la mano, lo sacó del fango, lo limpió, lo dejó inmaculado y dándole todo el aire que necesitaba se postró a sus pies y con voz clara y solemne exclamó “en tus manos pongo el gobierno del reyno” y posteriormente hasta pareció que le pedía perdón. Es por ello que hay un susurro unánime, de los de arriba, de los de abajo, de los de poniente y de los de occidente que recorre valles, montañas, ríos y desiertos, y que los vientos llevan de un lado para otro del reyno diciendo ¿quo vadis Leugim?. El tiempo pone a cada uno en su sitio y los partidarios del señor Leugim queremos tener despejadas todas las dudas, y ¿qué mejor que el análisis del reinado del señor? Alea iacta est, pero no está nada bien jugar con el reyno.
Nota de la redacción.- Los hechos relacionados y la realidad pueden ser “puras” coincidencias.

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