Puras, visto y no visto

Érase una vez un muchacho navarrico, de la ribera, que después de pasar por casi todos los avatares de la vida de un político ilustrado en derecho, ahora tiene casi 53 añicos, y después de medrar y medrar llegó a ser candidato a la Presidencia del Gobierno de Navarra en las elecciones de 2007.

Por otra parte érase otra vez otro muchachote leonés que aunque tenía seis añicos menos que nuestro navarrico ha pasado por unos avatares parecidos, incluso tiene la misma formación de letrado, pero es más espabilado ya que cuando tenía casi 44 añicos y gracias a 192 asesinados del 11 M, que por cierto aunque pongan todas las pegas del mundo alguna vez se sabrá con qué fueron asesinados ya que la versión oficial no se sostiene nada más que con la mierda que lo sujeta el Gobierno de José Luís, llegó a ser nuestro Presidente de España.

Ya tenemos a un presidenciable y a un presidente, buena pareja, y ambos letrados.

Como una de las especialidades de D. Fernando es la asesoría, otros tienen la paella o el abadejo, fue llamado a Moncloa para ver si podía preparar un guiso utilizando una gran dosis de talante como aderezo ya que el guiso aunque incomible al menos debería ser tragable.

Los ingredientes eran un tanto, no raros pero si no habituales. Por una parte en un bol pero en proporciones anómalas disponía de cerdo obtenido del matadero de la empresa fundada por el tal Carlos Garaichoechea, pimientos de Guernica, con label vasco, del huerto del nazi Sabino y una gran cantidad de cebollas de muerte obtenidas en las checas madrileñas gobernadas por el tal Carrillo. Lo que es la memoria histórica.

El chaval se afanó lo suyo y utilizando una cocción lenta llegó a elaborar un guiso muy del agrado de sus jóvenes, sus juventudes, y de otros comensales. Este guiso debía tener una pócima extraña ya que volvía a los joteros navarros de la ribera en chistularis y danzaris euskéricos de la más rancia cuna, vamos de toda la vida.

Pero, siempre hay un pero, el cocinero ausente de la Moncloa pensó que este plato era mejor degustarlo en Semana Santa, que era un plato demasiado fuerte para agosto, para pleno verano. Llamando a palacio al cocinero Puras y al pinche de cocina Chivite les hizo ver que sí que era de su gusto pero inoportuno en el tiempo, que lo guardasen y que ya lo servirían más adelante.

Claro que como buen asesor D. Fernando vio que su cometido había terminado y por tanto quitándose el delantal, en un ademán más para las cámaras que para otra cosa, dijo muy fuerte y claro, a mí no se me ha contratado para hacer un guiso ahora y comérselo en primavera, aunque por lo bajinis alguien le oyó decir yo ya he cobrado y cuando queráis que os prepare otro guiso de estas características ya sabéis donde estoy.

Tiempo al tiempo, y como no esté ojo avizor el otro ribero se la van a meter hasta el mango.